El aluminio se suele refinar mediante un recubrimiento en polvo o anodizado (oxidación electrolítica) para conseguir una mayor resistencia a la oxidación y el desgaste. El aluminio anodizado tiene la superficie más dura y resistente a los arañazos, por lo que también ofrece la mejor protección contra la corrosión. El aluminio fundido es una variante del metal de menor calidad que hace que el proceso de fabricación sea especialmente rentable.
El níquel y el cromo se aplican en una fina capa sobre la superficie de las lámparas de fundición de aluminio, aluminio o hierro para proteger estos metales menos resistentes de la oxidación y los signos del uso, al tiempo que se crea un toque de clase. Precaución: al limpiarlas, hay que tener cuidado para evitar arañazos en la superficie, que tarde o temprano provocan el desgaste del material y la aparición de feas manchas. Las lámparas de metal se limpian fácil y rápidamente con un paño húmedo de superficie lisa. El níquel suele ser opaco, mientras que el cromo es tan brillante que puede reflejarse.
Durante siglos, el hierro forjado o fundido ha sido un elemento esencial para las luminarias del estilo rústico-tradicional de las casas de campo, por ejemplo, las luminarias de exterior tipo farol y las luminarias colgantes con marcos adornados y pantallas de cristal encaladas. Al ser muy resistente a la intemperie, puede permanecer en el exterior todo el año sin sufrir ningún daño. La única desventaja, según el uso previsto, es el elevado peso y el riesgo relativamente alto de oxidación, que se contrarresta con los acabados de pintura.
El acero inoxidable, un acero con menos de 0,025 % de azufre y fósforo, tiene un aspecto especialmente bello, es más ligero y es igualmente resistente a la intemperie. Además, las luminarias de acero inoxidable no se oxidan tan rápidamente. Pero aunque el acero inoxidable se describa como "libre de óxido", llegará el día en que aparezcan las primeras manchas de óxido, aunque esto puede tardar muchas décadas.
Las lámparas de latón o latón antiguo, aleaciones de cobre, zinc y otros metales, tienen un aspecto dorado que las hace especialmente nobles. Además, son relativamente baratas. El único inconveniente es que el latón requiere un mantenimiento regular para evitar la acumulación de grasa y suciedad, que pueden deslustrar el material. Sin embargo, muchas lámparas de latón están recubiertas de una capa protectora de laca incolora que se retira fácilmente y no necesita pulirse.
Plásticos: económicos y prácticos
Los plásticos son muy baratos de producir y se caracterizan por un peso muy reducido. Al procesarlos, se pueden pegar mucho mejor que los metales. Todos los colores son posibles sin más explicaciones. Muchas pantallas de lámparas son de vidrio acrílico (PMMA, polimetacrilato de metilo), a menudo equiparado coloquialmente con el plexiglás.
Uno de los inconvenientes de los plásticos es que tardan 500 años en descomponerse; los procesos de reciclado no suelen ser lo bastante baratos. Derivados artificialmente del refinado del petróleo, sufren un deterioro continuo: con un producto adecuado y un paño suave, son muy fáciles de limpiar, pero los detergentes y aceites equivocados pueden provocar feas manchas en la superficie que se deterioran rápidamente.